Tengamos en cuenta que la dimensión de los actos conoscibles totales, aunque realizados por seres limitados en número, tienen dimensión de infinitud, para emplear una palabra significativa de una cantidad enorme, y no es posible la aprehensión en una sola mente. De aquí la necesidad, a nuestro nivel espiritual e intelectual, de la generalización para poder abarcar lo infinito; unido a esto y superándolo de manera no comprensible, está la dimensión de la materia, del universo y en general de lo creado. A nivel del entendimiento humano, para comprender, es necesario abstraer de cada elemento conoscible, las pautas, partes, determinaciones etc. que poseen las imágenes de distintos seres, para formar, con los elementos similares, una clasificación que englobe múltiples entes en una sólo imagen general. Estás imágenes generales no son sino las ideas que, tan mañosamente, manejamos como elemento real de los entes y en quienes ponemos el elemento verdad de manera tan artificial. La idea es imagen de imágenes nunca realidad objetiva “entelente” (19); tiene realidad en el contexto de nuestra dimensión mental, similar y a la vez diferente en cada individuo; pero no es sino aproximación al ente o entes reales que la provocaron; es: general, abstraída, inmaterial en su formación, similar a otras pero única en la mente que la concibió; de aquí que los elementos técnicos derivados de las ideas no sean iguales a los elementos naturales y posean maneras, formas y cualidades distintas a las originales. El volar es propio de aves y de aviones pero el ave un animal y el avión una máquina. Nada de lo fabricado por el hombre es igual a lo natural, aun copiando lo biológico; lo técnico es de otra naturaleza formal y material.
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[19] La referente a la realidad objetiva en el plano de lo material.
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