Lo
social tiene mucho de pasión inútil: inflama los sentidos con su
emotividad primaria y crea situaciones de inmediatez bruscas y
pasionales. Las vivencias que se dan en el entorno social proceden de
las vivencias del instante, es decir: están comprendidas en los tres
segundos que, según los sicólogos, determinan el presente de los
individuos, antes de hacerse pasado. El “alma” sensible está involucrado
en su hacer con todo el ovillo de orgullos, traumas, deseos etc. que
revuelven el ser pasional del hombre. Toda la gama de frustraciones y
carencias se junta en un instante vital del presente y estalla en la
búsqueda de su catarsis existencial que libere las emociones reprimidas;
puede ser de carácter suave, medio fuerte o brusco, pero estalla sin
una lógica válida que la determine o si la tiene, está aprovechada con
el fin de justificar el estallido o el exabrupto.
Las
reglas de una sociedad “desarrollada” implican, también un “juego” de
poder, semioculto o visible, donde la “competencia” hace de motor
impulsor justificativo; pero no es más que la ambición de dominio de uno
o unos sobre los otros, siguiendo el instinto primario de la
preeminencia animal. La sociedad humana tiene mucho de primario e
instintivo y poco de “caritas” o del amor de unos por los otros. En la
medida, hoy se dice porcentaje, en que una determinada sociedad viva más
del instinto y menos de la “caritas”, en esa misma medida la sociedad
es injusta y tiende a la solución violenta; las personas son el centro y
culmen de la actividad social; si, ésta, no se realiza conforme a las
premisas de respecto, caritas, confianza etc. las personas la hacen
estallar, es decir: rompen las reglas que la cohesionan, sea justas o
injustas, y hacen unas nuevas que parecerán mejores hasta ser probadas.
El
equilibrio social depende de muchos y variados factores, tantos como
personas conviven en una sociedad determinada; por lo tanto: cuantas más
personas estén sometidas a unas formas de ser sociales y en la medida
de la aceptación personal, de dichas reglas, en la interioridad
verdadera de las personas; en esa medida, se sostendrá la sociedad donde
viven. No será así, si las reglas se imponen por medio de la fuerza
bruta o por la coacción del dinero. En ambos casos las sociedades se
desintegran.
Es
necesario recordar, una y otra vez, la fragilidad de lo social: siendo
reglas de convivencia aceptadas libremente por las personas, no se
pueden usar sino en función del bien de todas ellas; cuando se utilizan
para provecho personal vienen las consecuencias que tan bien se han
desarrollando a través de la historia, con recurrencia pasmosa. La
perversión de ciertos individuos, siempre los ha habido y siempre los
habrá, mientras la voluntad del ser humano está sometida al mal,
conlleva la continua caída en ese desastre repetitivo que son las
revoluciones, las guerras civiles, las protestas cívicas violentas etc.
Mientras el “corazón” del hombre no se someta a las reglas de la
“caritas”, el mal lanzará sus redes en el interior del ser humano y
jugará con sus deseos y voliciones como le de la gana, haciendo que la
muerte, la tragedia y todas las maldades conocidas y desconocidas, se
actualicen y destruyan la vida y a los hombres. El mal existe: tanto en
nuestro interior, como en forma de ser personal de otra categoría
existencial, destruido y negado en su ansía de cariño, aceptación y
afecto por la desobediencia a las reglas supremas del Amor. El aceptar
la existencia del mal como ser personal coexistente fuera de nuestra
dimensión e interviniendo en ella; es premisa ineludible para entender
la existencia del mal en nosotros y en la actividad social.
Lo
social es una actividad mas entre de todas las acciones de la vida;
pero en el ser humano, alcanza una dimensión y plenitud de libertad,
cambio y desarrollo continúo que no existe en ninguna otra especie
conocida.
La
actividad social es generada por los individuos de un grupo, con
finalidades claras de sobrevivencia; pero está condicionada a la forma y
manera de ser de cada especie que la desarrolla; su meta es lograr el
máximo de seguridad y bienestar del grupo, sin que los individuos sufran
merma en su libertad, ni en su dignidad. El precario equilibrio entre
estás dos exigencias: la grupal y la personal, es muy delicado y puede
romperse de mil maneras dada la dinámica cambiante de los grupos, sobre
todo en el grupo humano. Es una actividad temporal, de situaciones y de
tiempos, condicionada por hechos muchas veces naturales y no previstos
por el contingente grupal. Miles de factores externos afectan a la
dinámica social y son asumidos por ella de diferentes maneras; no tienen
nada que ver con las reglas, acciones o formas de una estructura
social, se dan como hechos de la naturaleza donde
el hombre y los animales vivimos; por ello, la relativa seguridad
emocional que necesitamos y buscamos, es tan endeble y ninguna sociedad
puede garantizar el deseo de seguridad anímica de sus individualidades.
Lo imprevisto es parte de la dinámica social; pero si se puede mejorar,
ciertas precauciones de seguridad, para que las tragedias naturales sean
menos dañinas y dolorosas.
El
pensamiento social es, también conocimiento de la interacción entre los
seres vivos y su medio, a efectos de subsistir de la mejor manera
posible; es eminentemente pragmático y directo, en interactuación con la
realidad física inmediata. Debe conjugar el egoísmo propio de cada
individuo, con la necesidad del bien común para la conservación de su
grupo o especie.
En
los seres humanos, lo social, llega a su máxima expresión de
efectividad, desarrollo y sutilezas; y es consetudinario en las
diferentes razas, grupos y oficios; y tiene la fuerza de lo necesario.
Así
como los individuos pelean entre si por cuestiones diversas; así mismo
las sociedades se hacen la guerra por cuestiones muchas veces fútiles.
El pelear forma parte de la dinámica social para imponer ideas,
situaciones o soluciones; los lideres no son sino instrumentos de poder,
para llegar a realizaciones sociales, con mejor o peor contexto de
vida. Pero ningún líder es absoluto y perenne; todos pasan y cambian los
parámetros sociales que él o ellos motivaron. Las guerras en realidad
no son necesarias si los seres humanos pudiéramos entender que las ideas
sociales: ni son absolutas, ni tan siquiera, muchas veces, válidas;
cambian con los tiempos, las generaciones y los lugares; se aceptan
mejor y son importantes, en la medida que alientan los valores más
intrínsecos y determinantes de la condición humana, como son: la
libertad, el respecto de la persona, las posibilidades de desarrollo
etc. Cualquier otro valor social que no sean los más íntimos al hombre,
por muy repetidos e impuestos que se sean, no llegan al “corazón
humano”(16) y no pueden hacer “nido” en el. En cuanto a los territorios,
propiedades y otros “valores” materiales: como el caso de las
“patrias”, son conceptos abstractos y difusos que no encajen muy bien en
un territorio dado; la patria es un lugar en el espíritu, no un lugar
en la tierra; la patria es donde el ser humano conserva mejor los
valores más propio de su ser intrínsico, no los folclóricos, literarios,
religiosos, en cuanto a estructura y forma, políticos, sociales, usos y
costumbres, etc. Lo humano es más que lo material y lo material debe
supeditarse a lo humano. Cualquier filosofía, religión, costumbre o uso
que no sea conforme al ente espiritual que somos, no prosperará en
ningún lugar del “corazón”(16) humano y así mismo no lograra afincarse en
ninguna forma social pensada por el hombre.
El
conocimiento social también es ciencia y técnica; pero como la ciencia
se basa en lo real y la técnica permite la trasformación de las formas,
ambas son acumulativas; es decir: se sustentan las últimas en las
anteriores y no pasan, sino que se perfeccionan. Su transmisión de
generación en generación y de persona en persona, se hace a través del
estudio formal, normalmente; por eso las sociedades modernas tienen y
tuvieron escuelas, liceos y universidades. La educación forma una
estructura primaria en toda sociedad y es elemento clave del desarrollo
de esta. La educación informal es la trasmitida por las familias, los
grupos o el medio, tanto físico, como síquico, de la naturaleza y la gente. Estamos
rodeados de “enseñanzas” de todo tipo que, hoy en día, se trasmiten de
las maneras más diversas: periódicos, radio, televisión, Internet, etc.
Nuestra realidad social actual es global; o sea: alcanza a casi todas
las partes del planeta tierra e incluso un poco más allá. Poco a poco la
humanidad saldrá de la tierra y su visión será tan amplia como lo que
pueda discernir en el universo conocido. Los provincianismos,
regionalismos, nacionalismo etc. serán, como ya son, conceptos cargados
de pasión y pequeñez de espíritu. Lo humano será, y debe ser, la norma
de vida, la persona y su espíritu es y deberá ser: fin y meta de toda la
humanidad.
16)
“Corazón” es el término usual empleado para la interioridad intrínseca;
es lo más verdadero y profundo dentro del ser del hombre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario