ADVERTENCIA


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Normalmente cuando se introduce en el blog un capítulo nuevo, se pone y deja en primera línea durante unos días, luego se sitúa en el lugar que le corresponde de acuerdo a su numeración.


Para quienes buscan: El desarrollo del pueblo de Dios (Israel). Está en el blog Pateremon 4, entrada 17.


INTRODUCCIÓN



EL libro: "CONOCER Y SER" (002.00) fue comenzado a escribir el día 18 de Marzo de 2008. Es una especie de resumen de todas las experiencias filosóficas con las cuales he tenido contacto, tanto en los estudios formales como en las “meditaciones” que las enseñanzas de la vida y la naturaleza me permitieron “seguir”. Ha sido un largo camino, donde no han estado ausentes: las alegrías, el sufrimiento, la contemplación de realidades y hechos hostiles, así como la caridad y el amor de muchos seres que cruzaron por mis senderos y pisaron los caminos por donde iba. Se juntaron muchas cosas: pensamientos, palabras, rebeliones, cantos, lágrimas y algunos “amores” para poder distinguir los trazos de aquello que puede llamarse “filosofar” o formas de interpretar el conocer de mí mismo y de lo que me rodea. Pero, al fin, la síntesis se dio y he aquí, aquello que puedo recordar.


El libro: "SOBRE LA VERDAD" (003.00) empezó a ser escrito el día 22 de Agosto de 2014, en Salvaterra de miño, donde resido desde el 26 de noviembre de 2013.

Es una profundización sobre la verdad que se sustenta en en la Question 16 de la primera parte de la "Suma Teológica" de Sto Tomás de Aquino que tiene por título esa misma expresión: "Sobre la Verdad". La cual se divide en los siguientes artículos:

Questión 16 "Sobre la verdad"




miércoles, 28 de octubre de 2009

002.56 LA ESCALA DE LOS SERES VIVOS.





Capítulo 8


La escala de los seres vivos.


Hablar de seres vivos, es entrar en lo más intrincado de la evolución material y, discurrir sobre su realización “escalar” en el tiempo y el espacio, es aún más difícil. No es que tuviera que ocurrir así, nada determina la aparición de la vida sino su propio “aparecer”; es decir, pudo ser de otra manera, pero fue como fue y de esto se trata al discurrir sobre la realidad más importante que pudo ser desarrollada por la materia.
El vivir es cualidad final de lo perfecto en la realidad de lo material. Implica una dimensión de libertad, totalidad y “creatividad” que no se encuentra en ningún otro modo de ser en lo material y cuando, como es el caso del hombre, añade un elemento no material a su “estatus”, insurge en la dimensión de lo infinito lo que, por definición, es finito: las formas materiales del ser.
Nada hacia preveer la forma evolutiva que una masa amorfa de energía tendría en el transcurrir de lo que llamamos tiempo. Nada condicionaba, en apariencia, la formación de todo el entramado de átomos, moléculas, aminoácidos etc. que dio origen al fenómeno vital. Nada podía suponer la aparición de la vida en el aparente caos inicial. Nada sugería, en el inicio de lo material, su posterior desarrollo. Pero fue. Luego: ¿Por qué?
La teoría de la que las leyes físicas y las condiciones materiales “obligaron” a su realización es incongruente y huele a racionalismo barato. No hay necesidad de que la materia formara la vida, de hecho hay infinitud de toneladas de materia sin ningún signo de esa determinación vital. ¿Por qué? ¿Por qué la vida?
Si las hipótesis son casi infinitas la realidad es clara, fue y es y seguirá siendo. El saber o no saber el “por qué” es sólo a nuestro nivel; la vida no tiene en cuenta si conocemos o no la manera y el “por qué” surgió.
Lo vital es aparición de ordenamientos de la materia inmensamente precisos y orientados a una tarea exclusiva de interacción con lo real material; es la variación de lo meramente físico hacia una dinámica de transformación en la materia, por elementos o seres formados en el seno de ella misma. Estos seres poseen la capacidad de modificar el elemento del cual proceden y transformarlo en otra determinación formal que la naturaleza material “per se” no tiene.
La vida es la posibilidad consciente de acción modificante sobre la realidad material que la rodea. Y a la vez orden de lo material en función de lograr ese objetivo modificante de si misma. La pregunta es: ¿pudo lo material por si mismo y desde si mismo, producir ese orden hasta llegar a la inteligencia sin ella poseerlo de principio? ¿Qué o quien “insufló” el camino para llenar las intricadas sendas conducentes a la realización de tamaña empresa? ¿Puede esto hacerse sin una mente que lo piense, planifique y proceda a su desarrollo en el tiempo y el espacio? ¿La vida surgió, así, por azar de las circunstancias, de manera tal que nada ni nadie interviniera para formarla? No me parece y no creo en esa posibilidad. Es demasiado casual y si de la nada, nada procede; de la masa energética inicial, amorfa y sin determinaciones, no es posible que surja, por si misma, toda la creación material de seres y vidas que conocemos y más aún los y las desconocidas. La vida tuvo que ser pensada, deseada y creada por ALGUIEN y ese ALGUIEN tiene una capacidad, inteligencia y poder que no cabe ni en nuestra imaginación. No se trata de lo meramente conocido por nosotros y que no hicimos ni sabemos como fue; sino de la inmensa vastedad del Universo conocido y desconocido que FUE, ES y sigue SIENDO, sin nosotros, con nosotros y quizá pese a nosotros. La vida nos depasa como todo lo creado y el conocer, nuestro conocer, es sólo una gota de agua en el océano de lo existente aunque sea solamente lo material.
“To be or not to be: that is the question.”(Hamlet 3/1. W. Shakespeare) Ser o no ser ése es el problema. No se infiere más que el Ser, lo demás son circunstancias y lo que es “per se” es sólo el UNO que son TRES. Pero el UNO quiso crear la variedad de lo existente, tanto material como espiritual y de ese deseo surgió lo espiritual, lo material, la vida y el alma humana no material. Cuando queremos inferir cualquier otro modo, forma o manera desconocida de haber sido hechos los mundos, fracasamos. Una sola es la dimensión creadora y una sola la manera como se dió, nosotros no la conocemos sino en una ínfima parte pero lo real, lo que es por Él, está ahí ante nuestros sentidos; nuestros aparatos; nuestra capacidad de comprensión y nuestra aceptación o rechazo de esa realidad que nos depasa. Somos porque el SER que ES; siempre fue y nosotros es “ahora” que venimos a saberlo.
La forma y "el cómo" el proceso se dió es tan enorme, tan perfecta, tan larga en tiempo y en espacio que nuestro discurrir no lograr comprender sino una pequeña parte de él. Pero su génesis y sus “caminos” están marcados en la realidad que nos rodea. Fue poco a poco, de lo pequeño a lo grande y de la masa a la especialización. Recorrió las gamas de lo imperfecto, lo mejor, el ensayo-error, las circunstancia de fuego, agua, aire, materia sólida, materia liquida, presión, temperatura, ser y desaparecer de formas, muerte-vida y al final el espíritu unido a un cuerpo material, aunque sigue su “ruta” hacia no sabemos donde. Tal ha sido, generalizando, su “sendero”; los instante, cada instante de cada partícula de energía nunca se sabrá lo que hizo, pero lo hizo y el todo es el resultado de lo que ahora “vemos” y “conocemos”. Arañamos con nuestro “conocer” la realidad, pero ella se esconde en la inmensidad de su “sabiduría”. Juntamos nuestros resultados de interacción con la realidad y fabricamos formas complejas, útiles, detalladas y facilitadoras de la vida material; pero la riqueza de lo creado no nos es confiada sino en una pequeña parte; lo desconocido nos llama, pero su inmensidad nos asusta.
La realidad de la creación material es verdad de ser que nos demuestra lo creado, pero nuestro deseo de ser el centro del conocimiento y del mundo, hace que “nuestros mundos de pensamiento” no reconozcan sino lo que pueden su pequeñez abarcar: la dimensión racional humana. La lógica humana, es la manera como nos segurizamos con respecto a la realidad material que nos rodea, pero esa realidad es demasiado inmensa para comprender todos sus secretos, vamos en camino, no llegaremos a la totalidad, pero tendremos un vislumbre de la acción creadora de Quien si tiene todas y cada una de las claves; todos y cada uno de los pasos de la más insignificante partícula de materia y de lo más recóndito y ni tan siquiera imaginado, de lo real. De alguna manera no aceptamos nuestra ignorancia; de alguna manera nos rebelamos contra nuestra condición enormemente contingente; de alguna manera no queremos admitir nuestra ignorancia; de muchas formas negamos lo que no sabemos porque nuestro orgullo no puede admitir su limitación, viéndolo como un impedimento, errada suposición, de conocer más. El hecho es que no sabemos sino lo que sabemos y ello es muy poco; la realidad es que no hemos hecho lo que es; lo verdadero es que vivimos y morimos sin conocer la realidad total. Pero ante la imposibilidad de aceptar nuestra limitación, en muchos hombres, creamos mundos “ad hoc”, mundos humanos para que nuestra realidad sea posible de ser sometida a nuestra voluntad; pero aún así, esa misma realidad hecha a nuestra medida, nos desborda y escapa a nuestro orgullo de control y de dominio. Los mundos humanos son pasiones inútiles de seres que quieren ser lo que no podemos ser por “principio de ente”: ser dioses. 
Lo seres vivos que “conocemos” surgieron de un largo desarrollo evolutivo guiados, sin duda, por la “mano” de quien nos Creó y, su génesis fue dándose, de lo menos vital a lo más vital, en una sucesión de paradigmas que existieron y ahora existen, aunque  no son los mismos, através del tiempo y el espacio donde se “mueve” la materia.
La realidad de lo material y lo vital nos es impuesta por su misma existencia; negar, nosotros los humanos, podemos negarlo todo, hasta nuestra propia existencia; pero nuestra negación no hace “ser”, es modo de ser, accidente de nuestra condición existente; lo real “in se” no lo hacemos ni lo quitamos, no lo creamos ni lo podemos destruir, no lo determinamos y no podemos quitarle su substancia: lo que hacemos son formas con la materia que nos rodea, formas nada más, que el capricho del tiempo y las otras formas, determinan su tiempo de existencia, su permanencia en el ser que le hemos dado.
Lo viviente son formas materiales complejas y existentes en la limitación que su compuesto material determina, los vivientes son pasajeros en ruta hacia desvanecerse y unirse a las demás formas de donde surgieron. en un continuo cambio de formas, quizás, más elaboradas o no tanto, pero siempre en continuo cambio, más lento o más rápido, pero nunca igual. De aquí que Heráclito tenía razón en parte, pero la determinación de las formas no es lo esencial de ellas, lo cual permanece inmutable, es su dimensión de ser llamada: energía. La energía no nos es conocida, pero sabemos que la material está compuesta de elementos cada vez más pequeños que tienen una existencia limitada, pero, aún cambiando, es continua en su ser primigenio.

La vida y su escala nos ha llevado a todas estás divagaciones o mejor aclaraciones, del modo de ser de lo material y las continuas formas que aparecen y desaparecen ante nosotros.
La escala evolutiva, hacia formas cada vez más complejas y capaces de “albergar” la vida, es narrada por las formas fósiles y no tanto que encuentran y datan los paleontólogos, antropólogos, biólogos y todos los científicos dedicados a la tarea de describir las antiguas o no tanto, formas de vida. La mejora de adaptación a las condiciones del planeta es constante y asombrosa en su variedad, riqueza, ingenio y diseño. Su diversidad se manifiesta en seres que viven en todos los hábitats posibles, en todas las alturas y profundidades casi imposibles de albergar vida; en fin de todas formas, colores, aptitudes y capacidades desconocidas y que agotan todos los adjetivos. Hay vida en el aire, en el agua en la tierra, en las profundidades; hay virus y bacterias en casi todo palmo de tierra que se pueda pisar o conocer. Y todo ello surgió de una masa amorfa de energía que al enfriarse y realizar “cendrillones” de actos desconocidos dieron como resultado la increíble cantidad de seres vivos conocidos o todavía por conocer.

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