Los hombres no tenemos ser suficiente para crear de la nada, en realidad
nadie, salvo Dios, posee esa Potencia de Ser; así mismo, nuestra razón
no tiene ideas absolutas que pueda poner como base del pensamiento donde
no se encuentre posibilidad de error. Creer lo contrario es utópico y
conlleva las fantasías de pensamiento que han inundado a la humanidad
durante siglos. La realidad de lo creado es su existencia aquí y ahora,
por eso el idealismo tiene que negar la realidad de lo real mediante la
sujeción a las ideas. Es cierto que el Ser Supremo al crear, crea al
modo y manera de como Él Es; es decir, la creación tiene la marca de
quien la hizo; y no sale de la nada, se hace sin nada, por pura potencia
de ser. Lo creado “habla” del Creador, nos da las pautas de lo que Él
Es y, aunque no es todo lo que Él Es, ni tan siquiera una pequeña parte,
su “lógica”, si se puede emplear este término, sustenta las formas y
maneras de lo creado. Por eso la filosofía, puede llegar al concepto de
Dios, pero un una proporción mínima dada su infinitud .Por otra parte la humanidad,
viviendo en el dolor, la enfermedad y la muerte, busca redimirse y
escapar de los ciclos vitales negativos, destructivos y dolientes,
mediante diferentes formas de llegar al ser verdadero, a la
trascendencia del ser que posee, para así sobreponerse o sobrellevar las
corrientes de sufrimiento y muerte que nos acompañan. La filosofía
China, Hindú y Budista, entre otras, han buscado este camino con éxito
relativo aunque concluyente; sobre todo el budismo que ha encontrado en
la “ataraxia”, el no deseo, una forma de estar sobre la vicisitudes del
“pasar”. También en Occidente con la filosofía griega en las corrientes
epicúreas, estoicas y escépticas, el concepto de “ataraxia”, la no
turbación, la calma, el no tener “dolor”, el satisfacer todas sus "necesidades" es determinante en la búsqueda
de la “salvación” con respecto al sufrir. Hay que tener muy claro que
el conocer no es necesariamente quitar el sufrimiento, el sabio también
sufre y en realidad el conocimiento sólo es válido, si muestra el camino
hacia una forma de vida donde el hombre logré la felicidad total a la
que aspira. Pero para ello debe reconocer dos verdades primeras: una,
que él es un ser contingente, no es por si mismo; otra, que su potencia
de ser es muy limitada. Si no acepta esto, inventará utopías donde él se
hace a si mismo dios y tropieza, una y otra vez, con la realidad. Los
mundos del hombre no duran, son pasajeros y no dan vida, ósea no son
vitales; duran un tiempo en el ser y se destruyen cuando el ser que los
sustenta se transforma o lo transforman; pongamos por caso las
maravillas de la antigüedad; sólo quedan las pirámides y eso en unos
5000 años, nada para el tiempo del hombre, o más aún de las edades
geológicas o peor aún la edad del universo. De aquí las preguntas sobre
la dimensión que nos rodea, de la cual formamos parte y de la maravilla
de ser que alcanzamos por nuestros sentidos y aparatos. Todo esto pide
respuestas; de nada vale cerrar los ojos o hacer, con la inteligencia,
mundos de ideas donde la realidad se trasforma para nuestro consumo de
pretensiones de soberbia y no tiene más “validez” que la dada por
nuestra limitada potencia de ser. No hacemos el mundo, ni la naturaleza,
ni el universo y menos aún el Ser. No aceptar esto es no pensar con
sano raciocinio y caer en la intrascendencia de lo finito-limitado.
¡Cómo amamos nuestros sueños! Y ¡cómo nos engañamos con fantasías de
ser! La fe, es fe de razón suficiente; es petición de principio, pues lo
que existe nos depasa de manera infinita. Si no creemos, creamos
accidentes de ser que en nuestros deseos, sustituye el verdadero Ser que
nos pensó, creó y permitió el desarrollo de todo; sin ese Ser habría
NADA y la nada es el vacío de ser, la ausencia de ser. Por eso,
primeramente, creo en un Ser no creado y creador que existe sin que nada
ni nadie le diera existencia; sin ello la razón se pierde en la
indagación de que fue lo primero que hizo lo primero que fue hecho; y
esto no tendría final, siempre sería un infinito de investigación que no
puede justificar lo que es y al que Es. Este Ser tiene cualidades de
ser y de existencia no imaginables por nuestra pobre razón de pensar,
por nuestra potencia de ser tan limitada. También creo en la búsqueda
continua y angustiada, a veces, de esa realidad que justifique el ser y
nuestro ser. Así mismo, afirmo la existencia de muchos hombres que
hicieron diosecitos de diferentes formas y sentidos, para dar forma,
al alcance de lo humano, a la sed de respuestas que la razón, la sana
inteligencia, nos pide. Más aún, constato la ausencia de la felicidad
que nuestro ser nos exige y desea, en una realidad de ser, aquí en el
planeta tierra, donde los hombres hemos hecho, de un paraíso, una
realidad de terrores; y he estudiado, si bien someramente, las ideas de
hombres que querían sacar a la humanidad, del marasmo en el cual estamos
metidos: Buda, Confucio, Sócrates, entre los más conocidos; y miríadas
de otros que quisieron redimirse y redimir a los demás, mediante la
fuerza de su espíritu, en la exploración de la verdad. Pero lo que en
hombre en su búsqueda de Dios no consigue descubrir del todo, es "la
Esencia" de ese Ser que lo hizo y lo impulsa a encontrarlo. Pero aquí
la pobreza del pensar humano la suple el Ser de seres, con su
intervención en la realidad del hombre; aunque su intervención forma
parte de esas singularidades que la ciencia, conocimiento de lo general,
no puede sino nombrar y, estando hoy, en una realidad de pensamiento
que endiosa el conocimiento científico como el “non plus ultra” de la
sabiduría, no se acepta, con la debida resolución, el pensamiento de que
DIOS hable al hombre y le revela su forma de Ser. La negación de la
divinidad y de lo divino, grave error de la filosofía y del mundo
moderno en general, excluye el conocimiento de lo más importante que el
hombre tiene como ser vital; quita la idea de la trascendencia humana y
reduce al hombre a la mera dimensión de un animal más evolucionado.
Jorge Antonio,mi gratitud por estos artículos sobre "el conocimiento de fé".En estos momentos de crisis económica,crisis de valores,crisis de la naturaleza...El hombre reflexiona y se pregunta muchas cosas,que sólo sabrá dar respuesta desde la luz de la fé.El hombre ha de volver a la humildad para acercarse al Creador y ser consciente de que, su espíritu logrará el equilibrio cuando se hermane con la naturaleza y con los demás hombres,repartiendo equitativamente la riqueza y mantieniendo la paz.
ResponderEliminarMi felicitación y mi abrazo inmenso.FELIZ FIN DE SEMANA...!
M.Jesús
Gracias Majecarmu, en realidad la fe siempre está presente pero no está dirigida hacia quien debiera. Tenemos tantas sombras¡ y es tan poco lo que vemos de la dimensión de lo real que parece que todo se pierde en la oscuridad del mundo egoista, primario e indolente en el cual vivimos; pero hay que tener esperanza, muchos hombres buscan sinceramente y muchos otros creen aunque de manera superficial, más al final la LUZ triunfará.
ResponderEliminarSaludos y cariños
Jorge A Lastra