Conocer no es ser, el ser “hace posible” el comprender, pero él permanece siendo más allá de nuestro “entenderlo”. La existencia procede del ser en el sentido que nada puede existir si primero “el sustrato”, permanente o no, de un ser, “está”; esto es en la dimensión de ser de los humanos. ¡Tan aparentemente escondido y primario que es “ser” y sin embargo siempre, para el existir, tiene que estar! No obstante, en la dimensión del Ser Supremo, Conocer y Ser son uno, porque sino habría zonas del “ser” que estarían por conocer y en el absoluto del Ser, contradiría la esencia de “absoluto”.
No es fácil hablar, escribir o pensar sobre esta dimensión, pero el pensamiento que se remonta a esas alturas, no puede negar lo que percibe; y aunque no sea “vivenciado” por todos, no por eso deja de ser una realidad impresionante y verdadera. Negar se puede negar como todo lo que no nos importa, también puede no interesarnos ya que, en la vida práctica de cada día, es más necesario el “vivir” que el “ser viviente”; pero nada puede estar más presente a nosotros que nosotros mismos, al menos en esta determinación vital.
Repetir esto una y otra vez lo considero necesario para clarificar, en la medida que lo percibo, mi intuición y, poder “asomar” de una manera lo más prístina posible, el proceso mental de lo que pienso.
El otro aspecto de la intuición es la intelectual; esta se “forma” como resultado de un trabajo subconsciente en donde, la acumulación de “procesos” racionales sobre un mismo problema, suscita, con el suficiente tiempo, una síntesis de una idea distinta que contiene la expresión de algo nuevo y determinante, muchas veces genial. Esto es algo racional que se basa en conocimientos obtenidos de un hecho científico, avalados por la observación lógica de la realidad de ese hecho. Pero, la intuición intelectual, también puede partir de una emoción estética o de una percepción sensorial primaria, siempre que se haga una síntesis, en forma de idea clara y precisa, de un hecho, una emoción, o una percepción sensorial. La diferencia entre estas síntesis reside en los estamentos primarios de los cuales se forma, al ser datos observables y medibles o percepciones emocionales o bien, imágenes sensoriales; la diferencia de aproximación a lo real será determinada, de manera más o menos válida, de acuerdo a la precisión perceptiva de los elementos primarios.
La intuición intelectual racional, se da en las procesos mentales de las personas dedicadas a las ciencias en general y tiene la característica de poderse comprobar, medir u observar de manera científica; ósea, cae dentro del método racional y objetivo de comprobación usual en las ciencia; el llamado principio de objetivad que se puede formular de la siguiente manera: “Una hecho será valido, cuando pueda ser comprobado una y otra vez de la misma manera y bajo las mismas condiciones”. Los resultados de este tipo de intuición, son evidentemente, de carácter científico, pero no necesariamente verdaderos; es decir, la intuición no es verdadera ni falsa “per se”, será determinada como tal por la comprobación experimental; lo que si se puede conjeturar es que nos proporciona una idea nueva y distinta de la apreciación humana de lo real. Su ventaja es la síntesis que se forma tras un arduo estudio y experimentación de unos hechos basados en cosas externas y tangibles que pueden conllevar descubrimientos de relaciones físicas insospechadas en el conocimiento de la realidad.
La intuición emocional, es una síntesis del intelecto que procede de captaciones emocionales de la realidad que nos envuelve o de sensaciones internas, de vivencias interiores que pueden ser o no válidas; se pueden tener intuiciones emocionales de distintos y muy variados calibres, desde la percepción de algo maligno hasta la vivencia de la realidad de Dios. En todo caso son “instantes emocionales” que un niño de corta edad no tiene, por lo que se hace imprescindible el conocimiento y las vivencias que pueden permitir desarrollar la síntesis que las forma. Estas síntesis son, algunas veces, causa de la locura al considerarlas como verdades concluyentes y totales para la definición de nuestra vida. Si, son o tienen una fuerza emocional formidable porque se basan en hechos, emocionales claro está, que proceden de diferentes fuentes y lugares; determinan, por su cantidad, una expresión de emociones, muchas veces reprimidas, que le dan su fuerza emocional y su fijeza, por la complejidad que las forma. Esto procede generalmente de síntesis de aquello no asumido en la consciencia que “bulle” en nuestro interior y cada vez toma más fuerza en la medida en que no lo enfrentamos conscientemente. También hay síntesis emocionales que, como la artística, se forma ante la contemplación de lo bello; tiene un largo transcurrir vital pero se resumen muchas veces en una obra de arte.
La intuición sensorial primaria se forma a partir de lo que los sentidos externos nos deparan, tiene características reales y materiales que nos permite conocer la realidad desde el punto perceptible de nuestros sentidos. Representa nuestra forma de interpretar la realidad circundante, el mundo social y las complejidades emocionales de los otros; es sucintamente una forma de adaptación al mundo real en que vivimos. La fuerza de este tipo de intuición vital, determina nuestro comportamiento psicológico y social en nuestra relaciones humanas; tiene la fuerza de la necesidad de vida, pues la utilizamos para “movernos” en el mundo que los hombres hemos “fabricado”.
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