Capitulo 7
La escala en los seres materiales
Todo en la parte material de los seres y por lo que sabemos por
revelación (ver San Pablo en su carta a los Efesios 1-21) en los seres
espirituales sin cuerpo material: todo lo creado es “escalar”; es decir, van de
mayor a menor o de menor a mayor, según sea como se empiece la escala. Los
seres espirituales están formados por categorías mayor de conocimiento,
potencia de ser, sabiduría, voluntad etc. Y los seres materiales no vivientes
de menor complejidad material a mayor complejidad; los átomos, por decir un
elemento compuesto en la transformación de la “energía primaria”, se forman con
un protón, un neutrón y un electrón, para el elemento que llamamos hidrogeno y
hasta 92 protones, y 92 electrones, neutrones puede poseer entre 142 y 146, para diferentes "tipos" de uranio. Todo cambio en
el número y equilibrio de estos componentes da como resultado un elemento
diferente. Los átomos se asocian en moléculas, mucho más complejas; éstas,
mezclándose, dan origen a otros materiales más elaborados y así sucesivamente,
en una escala bien definida, aunque complicada, en su relación, elaboración y
características. En los seres vivos ocurre otro tanto, aunque bajo condiciones
y formas diferentes: desde un virus hasta el hombre, se suceden la multitud de
los seres vivos en una escala de menor a mayor complejidad.
Este aserto está ya desarrollado, en el sentido de perfección de
los seres, en Platón, Tomás de Aquino, los platónicos en general y los tomistas
en todas las épocas posteriores a Santo tomas de Aquino; además de científicos
y filósofos en profusión; la dificultad en ello estriba en la forma lineal que
los filósofos, desconociendo la evolución y lo que actualmente sabemos, creían
y afirmaban que siempre se realizaba de peor a mejor; los descubrimientos
científicos parecen mostrar una especie de “camino” evolutivo de ensayo-error,
hacia una mejor adaptación no a un elemento dado de fuerza, poder, velocidad
etc. sino a la mejor adecuación posible a las circunstancias circundantes; es
decir, la realización escalar, sería de acuerdo al ambiente donde una
determinada biosfera se desarrolla, crece y reproduce. No hay una “perfección”
en el sentido abstracto de la lógica humana, eso es un logicismo mental para
comprender, “hacer” y encajar en
nuestros esquemas, las formas de la naturaleza. Más bien ésta se determina en
relación compleja y exclusiva de acuerdo a la realidad donde se manifiestan los
seres, tanto materiales como vivientes. Lo que hacemos nosotros es
“racionalizar”, en conceptos mentales, una evolución inmensamente compleja y
ajena a nosotros que se realiza de manera continua en el transcurrir de lo que
llamamos tiempo. Pero dado que el conocer humano no hace “ser real”, sino que
“fabrica” conceptos mentales “ad hoc” para mejor entender y comunicar el orden
que es imposible de “atrapar” en la mente humana, dada la inmensa cantidad de
efectos y causas involucradas en el proceso, no se sigue de ellos (los
conceptos “ad hoc”), una comprensión totalmente real de la evolución o su
génesis.
Nuestro conocer sobre la realidad material es válido pero no total,
ya que la multitud de los procesos dados en cualquier evolución de los seres,
por pequeña que parezca, está más allá de nuestra posibilidad de conocimiento
total. De aquí que Aristóteles afirmara con respecto a la ciencia: la ciencia
es de lo general no de lo singular. O sea, es de orden lógico humano no de lo
real “in se”, PUES LO REAL ES SINGULAR; quien generaliza es la mente del hombre
al “interpretar” la realidad que lo circunda mediante las ideas abstractas de
las imágenes, producto de su facultad de conocimiento limitado aunque válido.
(Ver el Conocer en la primera parte de este libro).
Así, la determinación escalar de los seres es real, pero el conocimiento
de su totalidad, es imposible para nuestra limitada inteligencia. Sabemos que
no había materia organizada, ni elementos complejos ni vida al comienzo del Big
Bang, pero en el transcurrir de miles de millones de años, tiempo
terrestre, todo lo que no era, fue. Esto
en una forma de perfección en la complejidad y aparición en el tiempo y en el
espacio del desarrollo y diversidad de los elementos que permitieron sus
diferentes formas y substancias, en el devenir de la creación material.
La conducta de la inteligencia humana, al generalizar, implica un
“dejar de lado” elementos más o menos similares, para obtener las “esencias”
(actividad netamente mental) de las cosas; pues nuestro proceso cognitivo se
basa en las ideas de lo semejante, nunca de lo singular “in se”.
Sin embargo, lo escalar es un proceso de perfeccionamiento de lo
material, para que lo simple, la energía primaria, pueda y de hecho se hizo,
devenir vida. La perfección de esta inmensa obra, no es “cognoscible realmente”
para nosotros, en su casi infinita diversidad.
Lo escalar tiene un principio y no sabemos si tendrá un fin. Lo que
si barruntamos es el desarrollo continuo y cada vez más prefecto de la “cadena”
de actos y seres que fueron adecuando lo material hacia el comienzo de la vida
y el continuo de complejidad en lo material, hasta hacer posible la aparición
de los elementos simple que la hicieron posible. Así mismo, las situaciones
propicias: clima, calor, ambiente circundante y un largo etc. han sido
condiciones esenciales de este desarrollo y ellas no se han repetido, al menos
hasta ahora, para poder generar de nuevo el proceso vital.
Platón, Aristóteles, Santo Tomás y muchos otros filósofos, como se
dijo antes, habían ya indagado y destacado el proceso de perfeccionamiento de
los seres materiales, pero el “camino” de la evolución, tanto de lo material
como de la vida, no entraban en sus posibilidades de reflexión, en cuanto a la
filosofía natural, dada la primitividad de la ciencia de entonces. Y aunque,
hoy en día, sabemos y comprendemos, mucho más profundamente, su génesis y
desarrollo, nos falta un inmenso trecho de “camino” por recorrer y ¿quién podrá
saber las sorpresas que los nuevos paradigmas nos permitan descubrir?
Paciencia, humildad y constancia, son “virtudes” donde la
investigación científica, la verdadera, debe ubicarse para poder avanzar, recta
y correctamente, en el “camino” intrincado e inmenso (repito la palabra) del
conocimiento general de los seres materiales, espirituales y quizá
“desconocidos”; donde se hallan los procesos que dieron “actualidad” a su
existencia.
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