La inducción es el resultado de “suponer” que si un predicado, en el juicio, es válido para un sujeto y se repite su validez para todos los casos que hemos podido comprobar, la validez se hace universal; o sea, determinamos la validez de ese juicio para todos los casos similares. Dicho de otra manera, la inducción es “suponer” que si los árboles tienen raíces, todos los árboles de la tierra deben tenerlas, aun cuando personalmente conozca sólo unos cuantos miles de árboles. Este proceso de conocimiento lógico “choca” con la realidad en cuanto se presta a múltiples excepciones de acuerdo al elemento que tratemos; por ejemplo: las nubes que conozco son vapor de agua y la gran mayoría lo son, aquí en el planeta tierra, pero aun aquí puede haber nubes atómicas que no están formadas solamente por agua, nubes volcánicas, nubes de diversos gases etc. que no son sólo agua. También en otros planetas o satélites, Titán por ejemplo, existen nubes de metano; y como nos falta mucho por conocer, afirmar que las nubes son siempre de vapor de agua es un “suponer” verosímil pero no exacto. Lo mismo pasa con la gran mayoría de los juicios inductivos y sin los juicios inductivos, los juicios universales lógicos a nivel de realidad, caen en la verosimilitud nunca en la certeza. Ahora bien, si los juicios universales son verosímiles la deducción que toma el juicio universal como principal argumento de proceso será en cierta medida limitada.
La deducción, es el proceso contrario a la inducción, partimos de la certeza de un juicio, sea universal o particular y afirmamos una conclusión donde las partes que componen un todo, sea universal o particular, son a su vez ciertas. Por ejemplo, si los hombres morimos, cada hombre debe morir. Si las plantas son vegetales, los claveles tienen que serlo. Si los peces tienen branquias los tiburones las tienen etc. así formamos un entramado lógico que nos lleva al “conocimiento” de ciertas cualidades de los seres naturales de manera bastante precisa.
En fin el conocimiento, en cuanto a su parte lógica, es, pese a su limitación, válido y susceptible de “hacer” pensamientos, esquemas y formas que pueden interaccionar con la realidad, modificando o recomponiendo sus elementos en una cadena de resultados que sobrepasa todo lo que habíamos podido soñar; pero no hay nunca que olvidar la base que permite la realización de esto: el ser que sustenta la realidad, la substancia donde ellas son, y la existencia en el tiempo y el espacio de las formas naturales.
El método científico busca sobretodo la seguridad en el conocimiento y la validez del mismo. La seguridad porque hace falta conocer que algo es lo que es y no lo que pensamos que es; un ejemplo es la tierra y el sol, parece que es el sol el que se mueve, pero no es así; parece que la tierra está quieta, pero no es así; parece que hay más líquidos que sólidos (más agua que tierra), en nuestro planeta, pero no es así. En fin, parece que la impresión de los sentidos es siempre válida, pero no es así; la vara que se mete en el agua es recta pero nuestro sentido (la vista) la ve curvada. Así que la seguridad en el conocer es fundamental para realizar las formas que usamos, pues el dudar quita la fuerza para realizar bien las formas.
Por otra parte la ciencia, para asegurar su validez, debe partir de premisas siempre válidas, lo que implica la comprobación de las mismas mediante el método experimental. Esta validación se basa en la experimentación de un hecho mediante la investigación en la realidad de lo afirmado. Por ejemplo, si se quiere descubrir como era un dinosaurio, es necesario encontrar las partes que lo formaron o al menos la mayoría de ellas, de está manera se obtendrá una imagen lo más cerca de la realidad posible y se podrá afirmar validamente que tenía ciertas características, pero, indudablemente no se sabrá todo de él. Así sucede con toda investigación científica seria. Como se ve, la ciencia, tiene una limitación impresionante y no es posible afirmar que la ciencia “descubrirá” la Verdad de todo; esto es una falacia absurda y pretensiosa que conlleva la afirmación de que todo es posible conocerlo sin limitaciones. Lo verdaderamente válido es afirmar que cuanto más conozco más conozco que no podemos conocer Todo. Por otra parte el conocimiento es humano, personal y limitado por dos razones: primeramente, ninguno científico conoce todo de su “ciencia” y de las otras conoce algunas cosas; en segundo lugar: los que no sabemos de química por ejemplo, debemos hacer un acto de fe en que quienes conocen, nos dicen la verdad y no nos engañan, por nosotros mismos, cada uno, no tenemos acceso a la validez de una ciencia, si no somos especializados en ella. Como se puede ver la ciencia no es un absoluto como se quiere hacer creer cuando se “filosofa” sobre ella. Es una muestra de cómo el conocimiento humano puede llegar a penetrar el ser de la realidad de la manera más correcta posible, pero nunca total ni absoluta.
Las dimensiones de ser que escapan a la ciencia son infinitas, inconmensurables y ni tan siquiera imaginables; el creer cualquier otra cosa es negar la realidad del ser y el conocer humano y la realidad de lo que existe y Es.
Generalizamos o sea, interpretamos la realidad de lo que no conocemos a nuestro antojo y capricho. Lo real es infinito, nosotros no sabemos ni entendemos nuestra limitación, y sin embargo, dentro de ella, formamos realidades que llevan nuestra marca y nuestro paso, realizando, cada uno de nosotros, nuestra pequeña parte en la tarea de construir el mundo que queremos, aunque no sea el que debería ser.
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