Capítulo3
El Ser y el ser creado
El ser creado tiene que ser creado “ex nihilo” es decir:
de la nada; pues sino sería eterno al ser parte del Ser que Es. Aclarando: no
sería creado sino “sacado” o “emanado” del ser que Es, siendo parte de su
propio ser y por lo tanto eterno; ya hemos visto que la materia ha tenido un
principio y cambia, mientras que el ser que ES no puede tener cambios, pues eso
sería como: “no ser todo lo ser que se puede ser” ósea, no podría ser el primer
ser ya que habría “algo” u “otro” que le permitiría ser aquello que le falta y
entonces el “algo” u “otro” sería el ser que ES. Lo cual forma una especie de
tautología infinita y nos llevaría otra vez a NADA.
Luego el ser creado es “determinado” a ser existente, por
una fuerza de ser actuante que lo crea “ex nihilo”, le da “consistencia” de ser
y lo mantiene siendo. Lo que no es “per se” no puede mantenerse en el ser por
si mismo puesto que tampoco es por si mismo. Ósea: lo tautológico de la
afirmación encierra la dimensión de SER en un contexto de existencia total o se
ES (por si mismo) o no se puede ser sino por otro. La condición de ser “per se”
es atributo de alguien que no tiene principio ni tiene fin; sino no sería ser
“per se” ya que hubiera aparecido en un momento dado y alguien o algo le habría
dado la potencialidad de ser. La dificultad de comprender esto es consecuencia de la forma de conocer del
ser humano, donde los principios y las causas son mutables, varios y finitos.
Entonces, existe un Ser que no es por otro, no tuvo
principio y no tiene fin. Y también tiene la potencia de ser necesaria para
“traer” al ser, a otros seres que no son de su naturaleza, sino creados a
partir de su “querer”; pero como para crear hay que tener volición, deseo,
“ganas” de hacer lo que se hace, es necesario que el Ser tenga conocimiento,
voluntad y poder suficiente para lograr crear otros seres. Así mismo, necesita
conocer su ser para hacer seres. Primero porque si no conoce lo que Él es, no
puede Ser, ya que habría “algo” en ÉL que no era de Él. Luego el Ser se conoce
total y perfectamente a si mismo y al conocerse
tiene una “imagen” de sí mismo, exacta, total e igual, lo que le permite
engendrar un “Ser” perfecto exactamente igual a sí mismo. Segundo, si se conoce
a sí mismo perfectamente, ama lo que es, ósea su volición no tiene ni un solo
“lugar” ajeno a su “querer” pues sino eso sería su no ser y no puede haber
“nadas” en el SER, ya que ES. De aquí que el ser que Es, es Amor: primero de sí
propio, de su imagen y de lo que crea. A la vez, si se conoce es porque tiene
“Mi” o “YO” es decir es determinación de ser que se conoce en su ser y quien se
conoce es un “YO” dotando de volición, entendimiento, poder y totalidad de ser.
Así mismo, su Hijo, poseerá las mismos cualidades, dimensiones y totalidad, por
ser engendrado, no creado por Él; así, tiene su misma naturaleza y un “YO” y el
“YO” del Ser que ES, es exactamente igual al “YO” del Ser engendrado; de tal
manera que el Ser y su “HIJO”, como tienen de fundamento el Amor, se aman en la
totalidad de lo que Son y ese AMOR se concretiza en otro “YO” exactamente igual
a ellos, pues su Amor es totalidad de su SER; así se “determina” otra PERSONA (Espíritu
de Amor) exactamente igual a las otras dos. Ahora bien, como el SER que Es, es
desde siempre y desde siempre se conoce y tiene todos los atributos de su ser
en plenitud de ser, los otros dos “YOS” son también desde siempre y con todos
los mismos atributos de SER. Luego Es un solo SER en el cual participan tres
“YOS” total y completamente iguales. A ese SER lo llamamos: DIOS; pero su
definición es mucho más exacta: SOY EL QUE SOY, (YAHVÉ, en idioma hebreo).
Hasta aquí lo que personalmente puedo entender, de un misterio que depasa de
manera infinita nuestro comprensión o al menos la mía. No pretendo entender
sino expresar lo que racionalmente está a mi alcance, sabiendo la inmensa
limitación que mi inteligencia humana tiene para comprender la dimensión donde
se sitúa y ES, quien ES.
Por otra parte el ser creado no es ser por sí mismo y no
puede ser sino por otro, no es Dios, pues no tiene la plenitud del ser y no es
de la misma naturaleza de Dios, aunque si está creado a su semejanza, pues Dios
crea de acuerdo al ser conocido, su propio SER; pero no saca parte de su
naturaleza para crear un ser parecido, pero no igual a sí mismo, pues ese ser
creado sería también Dios, pero de menor cuantía, es decir: sería y no sería
Dios; sería Dios pues participaría de la esencia divina y no lo sería tanto
cuanto no es la totalidad del ser que es Dios. Por esto los seres creados no
son Dios ni participan de la misma naturaleza divina; son parecidos,
semejantes, pero ni iguales ni con los atributos totales de la divinidad: y
sobre todo “salidos” de la nada, por la fuerza de ser del SER que ES. Él los
mantiene en el ser y les da las cualidades, determinaciones y potencias de
acuerdo a la dimensión que Él quiere darles.
Los seres creados son múltiples y con diferencia de
grado, pero ¿son solamente de energía enfriada (materia) o los hay netamente de
energía pura como lo es Dios, sin ser Él?
En principio, nosotros somos por la materia, con materia
y en la materia; pero, sin embargo, “algo” en nuestro ser no parece provenir de
lo material, dado el resultado de las “obras” hechas por los seres humanos, las
cuales reflejan una dimensión de “ente” diferente a todas las obras de las
formas vivientes existentes; y cuyas realizaciones no existen en el mundo
material, siendo exclusivas del ser humano. ¿Cómo puede la materia determinar
formas, modos y pensamientos, diferentes a los producidos por lo natural,
partiendo de un ser que proviene solamente de formas materiales? Hay “algo” en
él que determina la “elevación” a una dimensión de otro género, y la capacidad
de hacer “cosas” tan diferentes a lo natural. Eso sin entrar en la dimensión de
los hombres que han “tocado” y “vivido” en “carne propia” la elevación a
realidades que depasan los conocimientos y la experiencia de la mayoría de los
seres humanos: como son los místicos. (Ver “El conocimiento místico”, en “El conocer”,
1era parte de este libro)
Si el ser humano tiene capacidades desconocidas donde lo
meramente material, parece supeditado a una “fuerza” superior que le permite
depasar el orden y las situaciones dada en este universo sensible; quiere esto decir que existen
“dimensiones” de ser no materiales, donde los principios y leyes del universo
temporal no rigen ni determinan los seres que pueden existir. Estos “universos
desconocidos” existen al mismo tiempo que nuestro universo, si bien sus “entidades”
son de otro tipo de energía diferente a la que originó el universo perceptible.
El racionalismo imperante, después de Descartes, volcó la
búsqueda humana del conocimiento, hacia las realidades meramente materiales y
sus mundos conocidos o desconocidos, obviando, las otras dimensiones que en el
transcurso de muchos siglos, habían concitado la atención y “atrapado” el
interés de la inteligencia y la ciencia humana. Pero ahora, cuando el mundo
material se “encoge” en cuanto a descubrir sus secretos y la realidad sensible,
cada vez más, nos “habla” de mundos diferentes desconocidos y de existencias de
seres, aún materiales, con características casi inimaginables para la mente
humana; la realidad del pensamiento trascendente, más allá de lo meramente
material, recupera fuerza y fascinación para la mayoría de los hombres. Lo
material ya no nos basta, queremos saber y “penetrar” dimensiones de ser y de
vida que nos obliguen a “dejar” nuestra soledad de existencia, al imbuirnos de
seres cuya “entidad” depase la limitación que siempre nos envuelve. No es una
utopía ni una afirmación baladí, es consecuencia lógica-de-razón-suficiente, para afirmar la existencia de
posibilidades de ser diferentes a las conocidas en, por y a través de lo
material. Si la materia existe y no es por sí misma y, a la vez necesita de
“algo” o ”alguien ” para poder ser, ese “algo” no es de carácter material, sino
la materia lo contendría y explicaría su eternidad, cosa que no es, como se ha
visto. Luego es de otra categoría de ser, es decir no material, y como a lo no
material lo designamos con el nombre de “espíritu” la “Entidad” que creó la
materia es “Espíritu”, ósea no compuesto
de energía enfriada, no creado, sino creador, no cambiante sino inmutable, no
temporal sino eterno. A su vez, El Espíritu creador, creó lo material, “ex
nihilo”, pero si Él no es materia, puede haber creado seres sin materia, dado
que la creación es producto de la participación por “efecto de Amor” del Ser
que desea dar ser, crear seres, para que “amen como Él ama”. Quien sabe de
AMOR, entiende el deseo de participación de otros, en el profundo, suave,
augusto, delicado, delicioso y cálido, sentimiento del verdadero AMOR. Quien,
entre nosotros, los seres humanos, se ha enamorado de verdad, conoce la alegría
del “compartir” el deseo profundo y verdadero de que los demás sientan y
participen de la misma felicidad y dulzura envuelta en las fibras más recónditas
y sensibles de nuestra interioridad profunda. “Dios es Amor”, dice San Juan al
comienzo de su Evangelio y es un AMOR perfecto, total y sin límites y sí, Él
hizo la creación por un acto libre, espontáneo y sin “mancha” de Amor. Así
¿cómo no iba a crear seres no materiales, es decir espirituales, cuando Él es
Espíritu y crea de acuerdo al conocimiento total que posee de Si Mismo? Antes
de crear seres materiales, ¿no es lo primero crear seres de su misma “entidad”
de ser, es decir espirituales? Puesto que lo espiritual es primero en el Ser
que lo material. Luego es factible afirmar la existencia de seres espirituales,
sin materia como la conocemos, de pura energía actuante; es decir: con otras
cualidades y determinaciones de ser diferentes a las conocidas y que poseen
propiedades de voluntad y poder, mayores y, lo más extraordinario: son
inmortales. La mortalidad es la desunión del compuesto material en las partes
que forman los cuerpos vivientes, pero si no hay partes no hay muerte. Las
partes de los cuerpos mortales, se formaron al enfriarse la energía, pero donde
no se “enfría” la energía, los seres de energía pura, no pueden morir. Y la
otra parte: ¿se puede “deshacer” la energía? ¡No! sino la energía del universo
hubiera ya desminuido y no hay señales de ello. Puede transformarse, pero no
destruirse, (Lavoisier dixit). La creación tiene que ser eterna (sin final,
aunque con principio) pues Dios es eterno, otra cosa son las formas y lo
compuesto material que cambia; pero la energía que permite las formas, seguirá
existiendo por siempre. Dios no crea para destruir, sino para permanecer en el
ser, solamente los seres “compuestos” de “accidentes materiales” cambian y se
transforma su estructura, pero aquello primario que les permite ser no
desaparece. Son las formas las mutantes, no la esencia que les da existencia.
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