La técnica, es su parte moderna,
depende muy sustancialmente de la ciencia; es decir, de los principios
científicos que permiten su desarrollo en un grado máximo: sin la
ciencia la técnica estaría en manos de artesanos, artistas y profanos
que harían cosas importantes, pero nunca llevarían al hombre a los
lugares donde la técnica actual nos ha colocado.
Sin
embargo, la realización del “homo tecnologicus” es más importante para
los autores de la tecnología que para los humanos comunes y corrientes.
Es decir: la tecnología realiza a quien la invente y desarrolla; al
común de los mortales sólo le interesa su uso y la facilidad de vida
que brinda. Este aserto es la clave para comprender el porque la
tecnología tarda en incorporarse a la vida cotidiana y hay tanta
resistencia al uso de una tecnología nueva; no queremos dejar lo ya
conocido para ponernos a usar cosas nuevas y desconocidas, las cuales
nos obligan a aprender de nuevo y a salirnos de la rutina habitual de
vida.
Los “creadores” de nuevas
tecnologías realizan su “esencia” personal, al inventar, desarrollar y
hacer nuevas formas tecnológicas adecuadas, fabricadas para lograr una
vida mejor. Pero el uso no es la creación y el usuario no se realiza
usándolas sino que simplifica y amplia su negocio, su comunicación o su
“mundo social” al hacerlo. De aquí la diferencia entre conocer y hacer,
con el usar. Esto también marca la distancia que existe entre el hombre
que piensa, actúa y hace, con la persona pasiva que se limita a utilizar
las “inventos” y las cosas hechas por otros. De la realización personal
al disfrute de las cosas tecnológicas, hay la diferencia que marca el
“crear” del “usar”. En el primer caso se desarrolla el ser, crecen las
ideas y la esencia encuentra determinaciones que enriquecen la
existencia de quien lo hace. En el segundo caso todo se centra en el
“placer” y la comodidad que los productos de la tecnología nos
proporcionan. Si bien es necesario aclarar que todos somos usuarios de
la tecnología en mayor o menor grado; también es preciso recalcar que
no todos somos “creadores” de ella; más bien son pocos,
proporcionalmente hablando, los que pueden y hacen tecnología.
La
realización del hombre no está en disfrute de lo que está hecho, sino
en el continuo estado de gestación de nuevas ideas y cosas en el tiempo
y el espacio; es a través de la actividad interior que el “tiempo
interno” se llena de vida, pues la rutina de la vida cotidiana tiende a
asumir como normal la continua repetición de las formas mentales, y la
VIDA no es repetición sino cosas nuevas en cada instante y más aun en
la vida de los seres superiores mentaloides. La tecnología hace la
vida, los actos de la vida cotidiana, más fáciles e instala la rutina
de lo repetitivo; pero el ser verdadero del hombre clama por su
“continuo nuevo”, o sea, así como el instante viene sin “abrir” sino
que se abre cuando llega a nosotros, así las ideas, cosas o actos que
se interincorporan en cada instante, son nuevos en el tiempo de ese
instante; si repetimos una y otra vez lo “viejo” ya “digerido”, en
instantes anteriores; bien que nunca es igual, pero si muy semejante,
lo similar aburre y el aburrimiento quita el interés que el ser tiene
en lo “nunca vivido”. La vida es nueva en cada instante y nuestro
sentir, hacer y existir, debe ser también “nuevo” a cada momento;
aunque parezca igual a un momento anterior ya existencializado.
La
libertad es simiente de vida nueva, el poder elegir da frutos de
continuos no vividos, el existir en la dimensión que somos, conlleva un
tipo de vida que sobresale de la mera rutina de las cosas materiales y
se enriquece en la “creación” de lo no visto, de lo no sentido, de lo
no realizado. Esa es nuestra esencia profunda, semejante a la Esencia
infinita de quien nos pensó y creó.
El
conocimiento tecnológico, es necesario dada la limitación impuesta por
la “caída” del espíritu en las determinaciones de la parte “sensible
animal” del ser humano; pero no es lo que debería haber sido, la fuerza
y pujanza de nuestro espíritu, puede y de hecho, a veces en algunas
personas se realiza, poner a la naturaleza bajo su dominio y lo que la
tecnología ayuda a realizar, el espíritu lo podría hacer “per natura”,
si la “santidad” requerida para ello se lograra en todos y cada uno de
nosotros. Esta es nuestra dimensión verdadera y nuestra esencia
intrínseca, limitada por la “caída” y la no recuperación, todavía, de
la supremacía de lo espiritual sobre lo corporal.
El
conocimiento técnico no es sólo la realización de algo material; aunque
lo presupone, nada técnico se hace en lo abstracto; pues la
“imaginación” y las ideas son primero que lo netamente procesado. La
“forma”, el objeto, es “pensado” primero y luego se realiza el
procedimiento que incluye el “ensayo-error”, hasta lograr el mejor
resultado dentro de lo deseado. Entra también la cooperación entre
personas y grupos, lo cual es otro aspecto de lo técnico, es muy raro
que algo tecnológico sea producto de una sólo persona, normalmente se
diseña, corrige y actúa en grupo; el pensamiento individual sirve para
ver más claro o amplificar los planos y el proceso. Como todo lo hecho
colectivamente, la dinámica de ínteractuación de los grupos, engloba
todo el entramado de egoísmo, fuerza intelectual, fuerza sicológica
etc. que actúan al trabajar en grupo. Pero siempre sale algo que puede
considerarse lo más adecuado, so pena de que no sea útil y entonces no
se use; al no ser usado se convierte en un objeto inútil y es
arrinconado y olvidado. Este es el riesgo de la tecnología, el no uso
de algún objeto determinado; el final de una cosa tecnológica, es su
“olvido”.
Otro de los aspectos del
uso tecnológico es la “moda”; o sea la preponderancia dada a un objeto
por una mayoría de personas en una sociedad o grupo determinado; no
tanto por su utilidad intrínseca, sino debido a condicionamientos
subconscientes o emocionales de las personas que adoptan al objeto como
necesario sin serlo.
La
complejidad de lo humano tiene visos de capricho y deseos infantiloides
que trastorna la realidad simple de las cosas y los hechos. En la
tecnología este corolario tiene su representación en las miles de cosas
pensadas en función de la “vanitas” humana; hay objetos para
“embellecer”, para resaltar, para oler etc. cuyo desarrollo requiere un
alto grado tecnológico y una inversión de tiempo y dinero considerable.
Lo técnico da para muchas cosas, entre ellas, aquellas que satisfacen
el “ego” y los deseos de agradar de muchos seres humanos. La
vestimenta, los adornos y los “gadgets” forman parte del todo humano
que busca ser por los objetos lo que no es por su vida. En fin la
tecnología es un filón del “Humanus drama” que abarca mucho y es
primigenia en los deseos de muchos hombres.
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